La incidencia de enfermedades crónicas, emergentes y reemergentes constituyen la principal causa de discapacidad, la cual, a su vez es favorecida por el envejecimiento de la población, la desnutrición, el abuso del alcohol y las drogas, y la pobreza extrema entre otros. Dentro de las enfermedades crónicas se encuentran las crónico-degenerativas, las cuales hacen referencia a trastornos orgánicos-funcionales que obligan a modificar el modo de vida del paciente, afectando todos los aspectos de su vida y la de su familia, de este modo, la enfermedad crónica genera en el paciente y su cuidador incertidumbre, desgaste físico, dependencia y tiene repercusiones sobre el área personal y social del individuo.
Al encontrarnos ante alguna de éstas situaciones es muy importante cómo y a quién se le comunica el diagnóstico, ya que, por un lado la noticia generará frustración, ira, negación, depresión en quién la padece y, por otro lado, la familia tiene que tomar decisiones muy importantes y difíciles, entre ellas reorganizarse, replantear expectativas y adecuar sus metas y objetivos a la situación; las formas en que los cuidadores afrontan o gestionan las demandas de cuidado depende de lo estresante de la situación y de la etapa de la enfermedad en que se encuentra el receptor de cuidado.
De esta manera, el apoyo social reduce las consecuencias negativas de los acontecimientos estresantes que se producen en el cuidado de enfermos crónicos, protege contra el estrés generado por la enfermedad y capacita al enfermo y su cuidador para reevaluar la situación y adaptarse mejor a ella, ayudándole a desarrollar respuestas de afrontamiento, así mismo, sirve de protector o amortiguador de los efectos negativos generados por los eventos vitales estresantes.
En este orden de ideas, la familia es la fuente principal de apoyo social con la que cuenta el enfermo crónico para afrontar con éxito los problemas a que da lugar la enfermedad, se convierte así en su principal red de apoyo, la cual, influirá en las estrategias de afrontamiento, satisfacción de las necesidades afectivas, de seguridad y correspondencia emocional. Por otra parte, la interacción entre la familia y la tipología de la enfermedad pueden tener una influencia positiva o negativa sobre el curso del proceso crónico, ya que, se ve envuelta en una serie de sentimientos ambivalentes ante esta situación, lo que en ocasiones lleva a la mayoría de los familiares a alejarse de éste, evitando y delegando en algún otro integrante la función de cuidador.
En conclusión, el afrontamiento de una enfermedad crónica requiere de la participación no sólo del paciente sino también de los integrantes de su familia, al conocer el diagnóstico es importante establecer quién va a ser el cuidador primario para minimizar los aspectos negativos que trae consigo el afrontamiento de la enfermedad, entre ellos, emocionales, físicos, sociales, económicos entre otros; así mismo, es importante resaltar que el cuidador y la familia requieren de atención y deben esforzarse y velar por el cuidado de su salud.
Referencias
Angarita, O. V., & Escobar, D. G. (2009). Apoyo social: elemento clave en el afrontamiento de la enfermedad crónica. Enfermería global, 8(2).
Luna, A. G. R., Garduño, A. G., Velázquez, L. E. T., & Silva, P. O. (2010). Cambios en la cotidianidad familiar por enfermedades crónicas. Psicología y salud, 20(1), 111-117.
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